Tal vez el desnudo celestial que adorna la carátula del nuevo álbum esté dedicado a sus compañeras de las colonias religiosas de verano: quiere que sepan que existe un paraíso secular y divertido. Y la letra del single que la dio a conocer en todo el mundo, I kissed a girl (Yo besé a una chica), sea en realidad una melodiosa respuesta a las enseñanzas recibidas durante años en un colegio cristiano. Al principio ni siquiera su discográfica estaba segura de que fuera conveniente incluir ese tema en el disco, ¡qué idiotas! Durante un tiempo, en las entrevistas, no hacían más que preguntarle si era cierto que había besado a una mujer. No lo era… o sí, la respuesta dependía del día. "Me gusta besar a chicos, pero si Angelina Jolie o Gisele Bündchen llamaran, ¿quién les haría ascos?", respondía de cuando en cuando. Luego se reía, pícara. Por su parte, el Daily Mail recogió unas supuestas declaraciones de su progenitora en las que tachaba la canción de "vergonzosa y repugnante". La cantante las desmintió.
Katy Perry tiene 26 años y unos ojos azules, grandes y redondos. Si los abre mucho como si estuviera asustada –lo hace a menudo, es muy teatrera- parece angelical e inocente. Después sonríe con una dentadura blanquísima, encantadora, y nunca se ha visto a una joven más feliz. Hasta que guiña un ojo para revelar que entre tanto candor hay una lolita guerrera, una princesa chic y provocadora. Además, habla por los codos, es muy simpática.
Con frecuencia señala que Madonna y Alanis Morissete fueron cruciales para su carrera musical: la primera elogió públicamente en 2007 una de sus composiciones, Ur so gay, poniendo sobre su pista a la prensa especializada; la otra, la inspiró. También le gusta repetir que es "un libro abierto" y que en las letras de sus CD vuelca todos sus sentimientos. Ella las entona con voz cruda y poderosa.
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